sábado, 12 de octubre de 2013

Bienaventurados (Joan Manuel Serrat)

La vida te la dan, pero no te la regalan. 
La vida se paga por más que te pene. 
Así ha sido desde que Dios echó al hombre del Edén, 
por confundir lo que está bien con lo que le conviene. 

Si a plazos, o al contado, la vida pasa factura, 
rebaña y apura hasta las migajas. 
Que, si en cada alegría hay una amargura, 
todo infortunio esconde alguna ventaja. 

Bienaventurados los necios 
que se arriesgan a prestar consejos 
porque serán sabios a costa 
de los errores ajenos. 

Bienaventurados los pobres 
porque saben, con certeza, 
que no ha de quererles nadie por sus riquezas. 

Bienaventurados los adictos a emociones fuertes 
porque corren buenos tiempos para la gente marchosa. 

Bienaventurados los dueños del poder y la gloria 
porque pueden informarnos de qué va la cosa. 

Bienaventurados los que alcanzan la cima 
porque será cuesta abajo el resto del camino. 

Bienaventurados los que catan el fracaso 
porque reconocerán a sus amigos. 

En cualquier circunstancia, por lastimosa que sea, 
busca la manera de comer perdices; 
que, a pesar de lo alto que nos coloquen el listón, 
hay que brincar, con la intención de ser felices. 

Bienaventurados los castos 
porque tienen la gracia divina 
y la ocasión de dejar de serlo 
a la vuelta de la esquina. 

Bienaventurados los que aman 
porque tienen a su alcance 
más de un cincuenta por ciento de un gran romance. 

Bienaventurados los que están en el fondo del pozo 
porque de ahí en adelante 
sólo cabe ir mejorando. 

Bienaventurados los que presumen de sus redaños 
porque tendrán ocasiones 
para demostrarlo. 

Bienaventurados los que contrajeron deudas 
porque alguna vez alguien hizo algo por ellos. 

Bienaventurados los que lo tienen claro 
porque de ellos es el reino de los ciegos.